Hoy en día esta enfermedad, causada por el hongo Fusarium y que afecta a las plantaciones de banano, solamente se encuentra en el Sudeste Asiático y en partes de África Oriental, pero su alta letalidad y el hecho de que entre un 80 y un 85% de la producción mundial pueda verse afectada ha puesto en alerta a todo el sector bananero, ya que si se extiende podría diezmar la producción mundial.
Este hongo es un patógeno del suelo, que infecta el sistema radical y coloniza la planta a través del sistema vascular. Primero las hojas empiezan a mostrar un amarillamiento y marchitamiento y, finalmente, la planta muere. Uno de sus peores efectos es que si un suelo ha sido contaminado, deja de ser un suelo apto para la producción de banano. La enfermedad solo podría ser curada con tratamientos de suelo, pero estos están prohibidos en casi todo el mundo por sus efectos tan perjudiciales para el medio ambiente.
Para poner peor las cosas, se ha detectado una mutación conocida como RT4 (Raza Tropical 4). Esta variación tiene más virulencia en la raza de banano Cavendish, que es muy utilizada para la exportación y que hoy en día representa el 40-45% de la producción mundial de banano. Este tipo de banano comercial, además, es extremadamente vulnerable a epidemias, ya que todas las plantas son genéticamente idénticas.
Se puede decir que el Mal de Panamá no respeta fronteras; se transmite fácilmente por el suelo, por el aire y por el agua, por lo que parece que es solo cuestión de tiempo la diseminación del RT4 a otras regiones bananeras de África y Latinoamérica. Este es un hecho preocupante para toda la población mundial, ya que el cultivo mundial de plátano se sitúa en cuarto lugar de importancia después del trigo, el arroz y el maíz y por lo tanto las consecuencias sociales podrían ser terribles por la perdida de millones de puestos de trabajo entre otras cosas.
La mejor arma es la prevención y, para ello, en Ecuador (el mayor exportador de banano mundial) ya se están investigando nuevas técnicas para combatir el hongo en el suelo buscando organismos que tengan actividad antagonista y que ayuden a disminuir la incidencia de sus esporas para que no sea tan severa. También se quiere adoptar una serie de controles de bioseguridad en puertos y aeropuertos para evitar que lo puedan introducir las personas que entran al país.
Confío en que la amenaza se tome en serio, y veamos una eficaz cooperación internacional de empresas privadas e instituciones gubernamentales, que ayude a prevenir y, a ser posible, erradicar esta grave amenaza mediante una investigación conjunta, el intercambio de conocimientos y la coordinación de los controles.