Los pesticidas son agentes químicos, o biológicos, que se usan para proteger a los cultivos de enfermedades, malas hierbas e insectos. Hay algunos plaguicidas, como los organofosforados, que son extremadamente tóxicos, por eso siempre es mejor optar por los productos agrícolas orgánicos, es decir, aquellos que se cultivan sin usar fertilizantes ni pesticidas químicos.
En Europa, casi la mitad de los alimentos contiene restos de pesticidas y, de este porcentaje, el 2,6% supera los niveles legales establecidos, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Ésta analizó un total de 80.967 muestras de una amplia variedad de comida procesada y no procesada para determinar la presencia de 685 pesticidas. Según el informe, las fresas son las más contaminadas, habiéndose encontrado pesticida en un 63% de las muestras, seguida del melocotón (53%), manzana (46%) y lechuga, con el 36%.
Miguel Porta, investigador y catedrático del Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar (IMIM), explicó al diario El Mundo que estos disruptores «podrían contribuir a causar infertilidad, malformaciones congénitas, diabetes, distintos tipos de cáncer, Parkinson y Alzheimer«.
En el caso de España, el 3% de las frutas y verduras vendidas supera el límite legal de pesticidas. De hecho, a principios del año 2015, otros países de la Unión Europea detectaron partidas de fresas y endivias procedentes de España que estaban contaminadas con pesticidas prohibidos.
El contacto continuado con un plaguicida puede provocar problemas de salud más graves a largo plazo como bronquitis, asma u otro tipo de enfermedades pulmonares, cáncer, daños en el hígado, daños en el sistema nervioso, daños en el sistema inmunológico o problemas de fertilidad.